MARTÍN ELÍAS DÍAZ ACOSTA Nació el 18 de junio de 1990 en Valledupar Cesar, hijo de Diomedes Dionisio Díaz Maestre “El Cacique De La Junta” y Patricia Isabel Acosta Solano.
Nota en el 2011 Antes de grabar su curto álbum:Máximo heredero del Cacique de la Junta, hoy se alza como sacerdote del vallenato 2.0. ¡Señoras y señores, este es el gran Martín Elías, Hijo de Diomedes!
Martín Elías canta desde los seis años, y ahora con 21, tres discos en su expediente y arraigado a las más costeñas de las tradiciones, es el chamán de miles de seguidores que esperan hasta cualquier hora para ver sus shows.
Una legión de jóvenes magnetizados que se codifican como “Martinistas”, que lo persiguen a todo lado, que corean a gritos sus canciones. Tan punketo como su padre, Martín Elías ha hecho rugir plazas en Panamá, Venezuela y Estados Unidos. Incendia escenarios con actitud de quien lleva en la frente el rótulo del elegido. Su garganta le saca chispas al micrófono. Cuando lo ven, los veteranos que atestiguaron la juventud de su padre sienten un déjà vu.
Los nuevos parranderos lo hacen brillar en el trono del vallenato nuevo. El molde se repite como un impreso y demuestra que, en efecto, hijo de cacique sale pintado.
¿Por qué siguió el camino de su padre?Desde pequeños, mi papá nos llevaba a mis hermanos y a mí a los conciertos, a las ruedas de prensa, a todos los lugares donde iba. Crecí viéndolo cantar. Aparecía cientos de veces en videos, programas de televisión, fotos. Siempre quise ser como él. Por eso me volví cantante.
¿Qué opina de que lo comparen tanto con Diomedes?Es obvio. Él es un ícono muy importante. Empecé cantando sus temas: Mi primera cana, 26 de mayo… Después de grabar mi álbum debut, alternaba mis cortes con los de mi padre. Ahora presento mi material, y la gente me sigue pidiendo una tanda de Diomedes, y lo hago. Pero el talento de mi papá es único. Aunque ha cometido errores, es el más grande. Su carrera me motiva mucho. Soy su fan número uno. No canto buscando ser su reemplazo, sino porque es lo que más me gusta.
¿De dónde salió el apodo “El Gran”?Cuando yo nací, mi padre dijo “Se va a llamar Martín Elías (en honor a su tío acordeonero Martín Elías Maestre) y va a ser grande como mi tío”. Ese nombre luego se hizo popular en su canción Mi primera cana.
Háblenos de sus inicios en los escenarios y en los estudios de grabaciónLa primera vez que subí a la tarima fue a los seis años, mi papá me puso a cantar en un concierto en Valledupar. Desde los 11 hice parte del grupo La Familia de Diomedes y grabé algunos cortes. A los 16 decidí arrancar mi carrera profesional. Busqué un mánager, y me uní al acordeonero Rolando Ochoa, hijo de Calixto Ochoa. Él me dio mucha fuerza porque yo me sentía desanimado. Era apabullante ser el hijo de una estrella y querer sacar un disco. No porque no contara con el apoyo de mi padre, sino porque siempre me ha gustado ser independiente. No es mi estilo buscar su ayuda. Todo lo he gestionado solo, y me ha ido bien así. Luego publiqué dos álbumes con disquera, y el actual, 'Cosa de Locos', es independiente. Inicialmente salimos locales, y a pesar de que Valledupar está inundado de piratería, el disco ha vendido ocho mil copias.
Tengo un sello que se llama Rastafari Music. Con él ya han grabado artistas como Luis Mario Oñate y próximamente mi hermano Rafael Santos.¿Habla de su carrera con su padre?No. Desde que trabajo con la música nunca le pregunto nada a mi papá. En ocasiones de forma espontánea me da consejos y yo los acato porque hay que aprenderle al profesor.
Tiene una agenda muy agitada. ¿Cuántas veces toca un fin de semana?En promedio, cinco. En ciudades grandes se hacen dos shows el mismo día. Puedo tocar en Barranquilla hoy, y ese mismo día ir a Cartagena y dar dos shows. Depende de la época.
Usted la rompe en la tarima. ¿Ensaya mucho?Es importante lo que uno le transmite a la gente cuando está en el escenario. Lo aprendí de mi padre: eso no se ensaya. Canto los 15 minutos que duro en la ducha, ahí es donde la tiro toda para ver cómo voy.
Sus fanáticos se llaman Martinistas, ¿ha oído otro nombre entre clubes de fans?Sí. Hay unas chicas a las que les dicen El Club de la Soyadera (por el corte La Soyadera). Las mujeres son lo mejor que hay, porque como dicen por aquí, hombre con hombre lo que da es calor.
Hoy hay una nueva generación en el vallenato engrosada por Kvrass, el Churo Díaz, Cayito Dangond, Ferna & Mao, Luifer Cuello…
¿Qué opina sobre el sonido actual?La tecnología da herramientas para sonar mejor, pero creo que no hay que perder la esencia. Como lo hizo Carlos Vives en su disco nuevo: tiene bajos y baterías, pero el acordeón, la caja y la guacharaca, no abandonan la cadencia del vallenato. Los jóvenes debemos volver al vallenato auténtico. Habrá muchos que no compartan mi opinión, pero sé que con el tiempo eso va a pasar.
Los muchachos en fiestas escuchan una canción vallenata que fue grabada hace 30 años por los Zuleta y la bailan y se la gozan. Es una tradición que aún no se ha perdido
¿Qué es lo más difícil para un vallenatero joven?Infiltrarse y ascender entre artistas ranqueados como Peter Manjarrés o Silvestre Dangond. Hay mucha competencia, pero vamos poco a poco. Hay que hacer buen vallenato. Es una lucha dura.
¿Es parrandero?Sí. No tan extremo. Me tomo mis whiskys sociales oyendo Alejo Durán, Luis Enrique Martínez, Los Hermanos Zuleta…
¿Qué otra música le gusta?La del Joe Arroyo y Carlos Vives. Mi sueño es grabar una canción con Carlos Vives, porque respeto mucho su música. Es alguien a quien realmente admiro.
Del panorama del vallenato actual, ¿cuáles compositores destaca?Omar Géles, Wilfran Castillo y Tico Mercado.
¿Y productores?Carlos Huertas Jr., Chelito de Castro y Rolando Ochoa.
¿Qué le hace falta hoy al vallenato?Le hace falta más trabajo afuera. Sin quitarle lo costumbrista, hay que internacionalizarlo con producción nueva, sin que deje de ser vallenato de verdad.
¿El vallenato que más le gusta?Gracias a Dios, el de Diomedes Díaz.